sábado, 7 de febrero de 2015

EL RINCÓN DE LA PROSA

Por Eladio San Juan Brasero

(Foto Wikipedia)









CARTA DE AMOR A UNA DIOSA

                  Querida, Venus: Estas humildes y sencillas letras, son para decirte cosas, cosas que desde hace tiempo me bullen en la mente y en el corazón y que he ido aprendiendo con el paso del tiempo, estas cosas las considero vitales para el buen desarrollo de tu vida y de la mía. Querida, flor del alba, siento un respeto enorme por todo lo que viene de ti. Eres una mujer fuerte, me consta, pero también sé que la garra poderosa de la enfermedad te ha dado su zarpazo. Tus células andan débiles y enfermas, pero no decaigas, amor mío, ellas se renovarán, lucharán, y tú, seguirás siendo la que eres, la dulce y preciosa mujer que yo conozco. Eres esa roca de nardo y de coral, donde las olas rompen violentas, ellas se vuelven al mar vencidas por tu fuerza y tú sonrisa. Ahora más que nunca, vida mía, has de luchar, esa horrible enfermedad intentará derribarte, doblegarte, cansarte, aburrirte, desesperarte y depositarte otras molestias anexas a su entorno, pero tú, siempre has de tener esa última parte de la palabra que tanto te he repetido: “ARTE” Y “FUERZA”, “FUERZA Y “ARTE”. Tú, tesoro de mi corazón, tendrás ese arte y esa fuerza para romper esa lanza por la vida, por vivir, esa preciosa vida que Dios nos da al nacer y, que por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, se nos pone en peligro.
Todo lo que yo te diga en esta carta, te lo digo con el corazón envuelto en las palabras, y teniendo el sabor de tus labios en mis labios, sabes que respiro porque tú respiras, pero para que yo respire, tú has de hacer los esfuerzos necesarios. Me gusta que mi corazón te hable y que el tuyo le hable al mío.
Mira, amor mío, todo lo que hemos de hacer y que no es poco, está relacionado con nuestra fuerza interior:
Paciencia, esperanza, ejercicio físico y mental: (relajación y meditación) lo dicen todos los manuales, música para relajarse, para meditar, para dormir. Es algo así, como tendidos en la cama o en una esterilla cómoda, pensaremos en todas las partes de nuestro cuerpo, sin prisas. Tomate media hora por lo menos: Piensa en ti, relájate, hasta que una paz interior inunde todos los músculos de tu cuerpo, piensa en cosas positivas, reza, y ama, ama a todo lo creado. Respira con el corazón, ese corazón tan hermoso tiene que participar de tu dulce sensación, pues al corazón le debemos muchísimo .Aspira y exhala profunda y lentamente, llenando y vaciando los pulmones.
Te diría, amor, tantas cosas, que la carta se haría inmensa, intentaré resumir: primero, dos vasos de agua caliente en ayunas, como si fuera té o un vaso de manzanilla con limón y miel, después desayuna bien, nada de no desayunar, sino, desayunar bien, unas tostadas integrales, con mantequilla de omega 3 o aceite virgen extra, mermelada de aguacate, ciruela, kiwi, etc. La comida bien, después de la comida, té verde con una rodaja de limón. La cena poca y ligera, tortilla francesa, espárragos, etc., dieta blanda, mejor manzanas asadas, queso blanco con dulce de membrillo, y cosas así. Ah, y toma las once y la merienda….
Venus, Amor de mis entrañas, somos lo que comemos, por tanto, cuida las comidas, en el plato de la comida, siempre habrá verduras: brócoli, acelga, espinacas, judías verdes, o, guisantes, frutas varias, el limón que no falte, etc. Patatas y toda clase de legumbres, pescados azules, a ser posible, unos días una cosa y otros otra. Carne una sola vez por semana. Es decir, yo más bien te repetiría que, si ello es posible, verduras y pescados que no te falten. “El brócoli” ah, qué rico el brócoli, éste es fundamental.
Bien, cielo mío, ya no quiero cansarte más, haz lo que te diga el médico y al levantarte cada mañana sonríe, y llévate la sonrisa a la calle, dedícasela a tus amigas y amigos, rodéate si puedes de gente alegre. Haz un bien cada día si puede ser.
No olvides el ejercicio físico, rosa querida de mi rosal, y lucha cada día, porque cada día es una lucha, una esperanza nueva, un fuerte deseo de vivir.
Te quiero y siempre te querré, porque sabes que eres para mí el bien más preciado que Dios puso en mi camino, cuídate mucho, y si puedes, di cada día: ¡Qué bonita soy, qué linda es mi casa, quiero a mis hijos, quiero a mi familia, quiero a mi perro, quiero a todo lo que me rodea, amo a la vida y la vida me ama a mí. Dentro de mí hay una energía que lo puede todo, que sale de mí y vence y me renueva y me alza, piso y tengo raíces en los pies y me muevo y ando, y agradezco la luz de cada día y le agradezco a mi corazón sus latidos.
Esta carta quiero compartirla con mis amigos, aunque sea personal, porque creo que hay muchas diosas como tú por el mundo.
Oh, cielo, la carta me ha salido más larga de lo que yo creía, y mira que a veces cuesta pereza escribir una carta, pero tú, carne de mi carne, te lo mereces todo, y más por ser mujer, te mereces el infinito, los arreboles del sol y la blancura de la nieve.
Cuídate, amor.
Hasta siempre, Venus.
Siempre tuyo.
Aries.

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