lunes, 12 de mayo de 2014

HISTORIA DE ARROYO DE LA LUZ








            EL ACTUAL AYUNTAMIENTO ARROYANO
Por  D. FRANCISCO JAVIER GARCÍA CARRERO (DR. EN HISTORIA)
En el mes de septiembre de este mismo año se cumplirá el 146 aniversario de la construcción del actual ayuntamiento de Arroyo de la Luz. Pocos son los arroyanos que conocen que el edificio que albergaba las casas consistoriales de Arroyo del Puerco hasta 1868 era una construcción escasamente acorde con la importancia demográfica que nuestro pueblo tenía en aquella fecha. Efectivamente, en ese instante, y al margen de Cáceres, la villa arroyana con 5.500 habitantes era la cuarta localidad más poblada de la provincia después de Trujillo (7.500); Valencia de Alcántara (6.900) y Plasencia (6.200). Muy lejos quedaban las importantes poblaciones de Navalmoral de la Mata con 3.100 habitantes o Coria que escasamente alcanzaba las 2.600 almas.
Fue en este contexto cuando en 1860 la corporación municipal arroyana acordó la posibilidad de levantar un nuevo edificio mucho más amplio que el anterior y que diera asilo a todas las dependencias municipales y, además, fuese el orgullo y esplendor de la categoría de la villa. El viejo consistorio era un edificio de poca altura con un portal delantero, con su cárcel y un hospital contiguo que por entonces ya había perdido la función primitiva para lo que había sido creado.
La ejecución de las obras estuvo varios años detenida dada la magnitud de la empresa y la escasez de recursos con los que se contaba. Sin embargo, la llegada de José Marín de Sobremonte a la alcaldía en enero de 1863 dio el impuso decisivo para que definitivamente el nuevo edificio fuese una realidad. El nuevo alcalde era heredero de una de las familias de más alto abolengo en la población. Vivía en la calle Larga y durante los años anteriores había ejercido el cargo de Juez de Paz de Arroyo. Estaba casado con Dolores Ojalvo Peñalosa y tenía 5 hijos (Fernando, Antonio, Enrique, Lázaro y Benigna).
Las obras fueron iniciadas en noviembre de 1866 con arreglo a los planos diseñados por el arquitecto de la Diputación Provincial señor Ulloa. Como contratista de las obras se contó con Manuel Barreiro, un vecino de la población de Alcántara que por un montante de 150.000 reales se comprometió a tener el edificio acabado en un plazo de dos años como máximo. Junto al anterior jefe de obras el ayuntamiento contrató también al albañil José Barrera, natural de Manzanares, con la misión de vigilar y ayudar al anterior.
Derribado el antiguo edificio, y donde hoy se sitúa la esquina del actual y debajo del bloque de canterías, se enterró un tubo metálico con el acta donde se certificó la solemnidad del acto junto con varias de las monedas que estaban en circulación durante el reinado de Isabel II. Las obras discurrieron con enorme diligencia ya que en el verano de 1868 estaban casi concluidas, a pesar de las modificaciones que sobre la marcha se realizaron y que incrementaron notablemente el presupuesto inicial (embaldosado del zaguán, acerado de las dos fachadas del edificio o el empapelado de la secretaría).
La fecha elegida por la corporación de José Marín para el acto inaugural del nuevo consistorio fue el 25 de septiembre de 1868. Durante aquella jornada todo fue júbilo para nuestro pueblo. Se prepararon grandes festejos en la que participó el vecindario por completo. No faltó el baile ya que se contrató por 650 reales una banda de Cáceres para que amenizara la fiesta durante todo el día y, además, hubo lidia de un toro que hizo las delicias de los más jóvenes. Una vez muerto, la carne del animal fue repartida entre los menesterosos de la villa a los que también se les entregó un pan a cada uno de ellos, y después de invertir otros 250 reales que se pagaron a la panadería de Juan Tejado.
Como era habitual en este tipo de actos el nuevo ayuntamiento fue bendecido por el coadjutor Eladio Casares en ausencia del párroco Lino Alonso Giraldo. Posteriormente se colocó en la presidencia del salón de plenos un magnífico cuadro que representaba a "Su Majestad la Reina doña Isabel II". A continuación tomó la palabra el alcalde que dio las gracias a todos los concejales por la ayuda prestada y lograr ver terminado el nuevo edificio. Concluyó su discurso con nuevos vivas a la Reina que fueron "clamorosamente contestados por todos los presentes".
Seguidamente fue el maestro de escuela Antonio Chaves, padre del que posteriormente sería médico de la villa Luis Chaves, el que leyó un escrito donde se recogía un extracto de la historia del pueblo, la de algunos de sus hijos más sobresalientes, y los hechos más destacados de la villa hasta aquel año. Para finalizar se sirvió un refrigerio por las distintas dependencias del edificio en el que no faltaron dulces, licores y confituras de todas clases (tortas borrachas, tortas secas, bizcochos, roscas, perrunillas, rosquillas, yemas, calabazas, almendras, caramelos, merengues y, por supuesto, tres arrobas de vino arroyano que fueron adquiridas a Cecilio González).
El acto concluyó de manera jubilosa para todos. El problema era que desde el 18 de septiembre España estaba viviendo un proceso revolucionario. El almirante Topete y los generales Serrano y Prim estaban decididos a terminar, no sólo con el Gobierno de la monarquía, sino también con la propia reina. Al grito de ¡Viva España con honra!, una gran parte del ejército y de la ciudadanía apoyó a los sublevados que provocaron que, 5 días después de la inauguración del nuevo ayuntamiento, la reina que presidía solemnemente el salón de plenos decidiera abandonar España desde su veraneo en Guipúzcoa.
Concluida la resistencia de las fuerzas leales a la reina el 8 de octubre de 1868 se conformó el nuevo Gobierno Provisional, iniciándose la primera de las fases del llamado Sexenio Democrático (1868-1874), periodo inicial en el que jugó un papel determinante el general catalán Juan Prim como presidente del Gobierno. Las consecuencias del proceso revolucionario para nuestra villa fue la fulminante destitución del alcalde José Marín de Sobremonte que fue cesado en este mismo mes de octubre, no pudiendo, por tanto, casi ni disfrutar de lo que había sido su gran obra. Fue sustituido por Julio Petit Ulloa que estuvo al frente del consistorio hasta 1871.
Junto con el máximo regidor se retiró el valioso cuadro de la reina Isabel II que jamás volvería a presidir el salón de plenos del ayuntamiento arroyano. No fue el caso del alcalde José Marín de Sobremonte que, una vez concluida la resaca revolucionaria del Sexenio y una vez que los Borbones retoman con Alfonso XII el control del país, volvió a la presidencia de "su ayuntamiento" en el año 1875, disfrutando de todas sus dependencias hasta junio de 1881. José Marín de Sobremonte, el principal artífice del actual edificio consistorial falleció en marzo de 1898.  
Francisco Javier  GARCIA CARRERO

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