EL
ACTUAL AYUNTAMIENTO ARROYANO
Por D.
FRANCISCO JAVIER GARCÍA CARRERO (DR. EN HISTORIA)
En el mes de septiembre de este mismo año se
cumplirá el 146 aniversario de la construcción del actual ayuntamiento de
Arroyo de la Luz. Pocos son los arroyanos que conocen que el edificio que
albergaba las casas consistoriales de Arroyo del Puerco hasta 1868 era una
construcción escasamente acorde con la importancia demográfica que nuestro
pueblo tenía en aquella fecha. Efectivamente, en ese instante, y al margen de Cáceres,
la villa arroyana con 5.500 habitantes era la cuarta localidad más poblada de
la provincia después de Trujillo (7.500); Valencia de Alcántara (6.900) y
Plasencia (6.200). Muy lejos quedaban las importantes poblaciones de Navalmoral
de la Mata con 3.100 habitantes o Coria que escasamente alcanzaba las 2.600
almas.
Fue en este contexto cuando en 1860 la
corporación municipal arroyana acordó la posibilidad de levantar un nuevo
edificio mucho más amplio que el anterior y que diera asilo a todas las dependencias
municipales y, además, fuese el orgullo y esplendor de la categoría de la
villa. El viejo consistorio era un edificio de poca altura con un portal
delantero, con su cárcel y un hospital contiguo que por entonces ya había
perdido la función primitiva para lo que había sido creado.
La ejecución de las obras estuvo varios años
detenida dada la magnitud de la empresa y la escasez de recursos con los que se
contaba. Sin embargo, la llegada de José Marín de Sobremonte a la alcaldía en
enero de 1863 dio el impuso decisivo para que definitivamente el nuevo edificio
fuese una realidad. El nuevo alcalde era heredero de una de las familias de más
alto abolengo en la población. Vivía en la calle Larga y durante los años
anteriores había ejercido el cargo de Juez de Paz de Arroyo. Estaba casado con
Dolores Ojalvo Peñalosa y tenía 5 hijos (Fernando, Antonio, Enrique, Lázaro y
Benigna).
Las obras fueron iniciadas en noviembre de 1866
con arreglo a los planos diseñados por el arquitecto de la Diputación
Provincial señor Ulloa. Como contratista de las obras se contó con Manuel
Barreiro, un vecino de la población de Alcántara que por un montante de 150.000
reales se comprometió a tener el edificio acabado en un plazo de dos años como
máximo. Junto al anterior jefe de obras el ayuntamiento contrató también al
albañil José Barrera, natural de Manzanares, con la misión de vigilar y ayudar
al anterior.
Derribado el antiguo edificio, y donde hoy se
sitúa la esquina del actual y debajo del bloque de canterías, se enterró un
tubo metálico con el acta donde se certificó la solemnidad del acto junto con
varias de las monedas que estaban en circulación durante el reinado de Isabel
II. Las obras discurrieron con enorme diligencia ya que en el verano de 1868
estaban casi concluidas, a pesar de las modificaciones que sobre la marcha se
realizaron y que incrementaron notablemente el presupuesto inicial (embaldosado
del zaguán, acerado de las dos fachadas del edificio o el empapelado de la
secretaría).
La fecha elegida por la corporación de José Marín
para el acto inaugural del nuevo consistorio fue el 25 de septiembre de 1868.
Durante aquella jornada todo fue júbilo para nuestro pueblo. Se prepararon
grandes festejos en la que participó el vecindario por completo. No faltó el
baile ya que se contrató por 650 reales una banda de Cáceres para que amenizara
la fiesta durante todo el día y, además, hubo lidia de un toro que hizo las
delicias de los más jóvenes. Una vez muerto, la carne del animal fue repartida
entre los menesterosos de la villa a los que también se les entregó un pan a
cada uno de ellos, y después de invertir otros 250 reales que se pagaron a la
panadería de Juan Tejado.
Como era habitual en este tipo de actos el nuevo
ayuntamiento fue bendecido por el coadjutor Eladio Casares en ausencia del
párroco Lino Alonso Giraldo. Posteriormente se colocó en la presidencia del
salón de plenos un magnífico cuadro que representaba a "Su Majestad la
Reina doña Isabel II". A continuación tomó la palabra el alcalde que
dio las gracias a todos los concejales por la ayuda prestada y lograr ver
terminado el nuevo edificio. Concluyó su discurso con nuevos vivas a la Reina
que fueron "clamorosamente contestados por todos los presentes".
Seguidamente fue el maestro de escuela Antonio
Chaves, padre del que posteriormente sería médico de la villa Luis Chaves, el
que leyó un escrito donde se recogía un extracto de la historia del pueblo, la
de algunos de sus hijos más sobresalientes, y los hechos más destacados de la
villa hasta aquel año. Para finalizar se sirvió un refrigerio por las distintas
dependencias del edificio en el que no faltaron dulces, licores y confituras de
todas clases (tortas borrachas, tortas secas, bizcochos, roscas, perrunillas,
rosquillas, yemas, calabazas, almendras, caramelos, merengues y, por supuesto,
tres arrobas de vino arroyano que fueron adquiridas a Cecilio González).
El acto concluyó de manera jubilosa para todos.
El problema era que desde el 18 de septiembre España estaba viviendo un proceso
revolucionario. El almirante Topete y los generales Serrano y Prim estaban
decididos a terminar, no sólo con el Gobierno de la monarquía, sino también con
la propia reina. Al grito de ¡Viva España con honra!, una gran parte
del ejército y de la ciudadanía apoyó a los sublevados que provocaron que, 5
días después de la inauguración del nuevo ayuntamiento, la reina que presidía
solemnemente el salón de plenos decidiera abandonar España desde su veraneo en
Guipúzcoa.
Concluida la resistencia de las fuerzas leales a
la reina el 8 de octubre de 1868 se conformó el nuevo Gobierno Provisional,
iniciándose la primera de las fases del llamado Sexenio Democrático
(1868-1874), periodo inicial en el que jugó un papel determinante el general
catalán Juan Prim como presidente del Gobierno. Las consecuencias del proceso
revolucionario para nuestra villa fue la fulminante destitución del alcalde
José Marín de Sobremonte que fue cesado en este mismo mes de octubre, no
pudiendo, por tanto, casi ni disfrutar de lo que había sido su gran obra. Fue
sustituido por Julio Petit Ulloa que estuvo al frente del consistorio hasta
1871.
Junto con el máximo regidor se retiró el valioso
cuadro de la reina Isabel II que jamás volvería a presidir el salón de plenos
del ayuntamiento arroyano. No fue el caso del alcalde José Marín de Sobremonte
que, una vez concluida la resaca revolucionaria del Sexenio y una vez que los
Borbones retoman con Alfonso XII el control del país, volvió a la presidencia
de "su ayuntamiento" en el año 1875, disfrutando de todas sus
dependencias hasta junio de 1881. José Marín de Sobremonte, el principal
artífice del actual edificio consistorial falleció en marzo de 1898.
Francisco Javier GARCIA CARRERO
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