REPORTAJE
NOTICIA DE
Francisco Javier García Carrero / Doctor en Historia05/04/2014
Cuando se inició el año 1948 pocas eran las modificaciones
que el pueblo había experimentado desde el recorrido que realizamos hace unos
meses y que estuvo referido a 1944. A pesar que ya hacía 9 años que se había
producido el final de la Guerra Civil, todavía quedaban numerosas secuelas
entre los vecinos de Arroyo. El conflicto había dejado graves consecuencias a
la población, no sólo en los que habían perdido a sus seres queridos, sino que
la mayor parte de ellos seguían padeciendo la falta de alimentos a los que le
condenaba la autarquía económica del Régimen franquista y del que trataban de
escapar a través del ingenio (mercado negro), ya que las obligatorias cartillas
de racionamiento eran sinónimo de unas paupérrimas raciones de comida.
La población arroyana se acercaba a los 10.500
habitantes, muy lejos quedaban los poco más de 7.000 con los que habíamos
iniciado el siglo. El ayuntamiento estaba regido por Eufrasio Tato Sanguino que
llevaba ininterrumpidamente en el puesto desde 1942. Un alcalde sempiterno y
adaptable a cualquier régimen político ya que anteriormente había ostentado la
más alta distinción municipal en dos ocasiones más, durante la monarquía de
Alfonso XIII (1930) y durante los años de la Segunda República (1934-1935).
La mayordomía de la Virgen de la Luz, otro de los
puestos especialmente considerados en el escalafón social de nuestro pueblo lo
ostentaba desde abril de 1946 Manuel Montero Rodríguez; el cura párroco de la
villa era Vicente Castro Barrio; y el secretario del ayuntamiento, y principal
animador sociocultural con sus revistas de ferias y fiestas, era el poeta Juan
Luis Cordero Gómez.
El pueblo había evolucionado muy poco en los últimos
años, quizás la nota dominante en los diversos establecimientos que se
anunciaban para vender sus productos lo constituía la incorporación del
teléfono que comenzaba a ser habitual en muchos de ellos.
El grueso del comercio arroyano lo constituían los
bares. Aunque no todos publicitaban sus negocios por cuestiones meramente
económicas, algunos de ellos sí lo hacían e, incluso, con especial gracia. Uno
de ellos era el regentado por Gregorio Tato Macías que anunciaba un bar-café
con aperitivos y cervezas y con "el mejor y más selecto salón de
bailes" situado en la Plaza José Antonio nº 6. Isaías Salomón Rodríguez,
que también tenía su negocio en la misma plaza en el número 24 afirmaba
"sin genero de duda los mejores vinos, cafés y licores en su
establecimiento". Con mucha más gracia se anunciaba el bar-café de Bañegil
en la Plaza de José Antonio nº 4 y con el teléfono 3 de Arroyo decía: "Del
mes de mayo hasta abril, desde el lunes al domingo, el barman que pone el mingo
es Manolo Bañegil. Y nada pongo ni quito, sí aseguro muy formal que, Manolito,
su primito, es también un buen zagal. Y en cuanto al papá os revelo y os digo
que, al fin y al cabo, aunque lo arrastra el chamelo tampoco es moco de
pavo".
El bar de Dionisio Molano también trataba de atraer a
su clientela a través de unos versos poco conseguidos, "en invierno y en
verano, o sea de enero a enero, aquí no hay un tabernero como Dionisio
Molano". De la misma forma, afirmaba que no había quien tuviera en Arroyo
mejor café, "ni mejores aperitivos, ni más garbo detrás del
mostrador".
El mayordomo de la Virgen, y futuro alcalde, también
anunciaba la "compraventa de toda clase de ganados" y la venta de
"aves, huevos y caza" en Luis Chaves nº 7 y teléfono 34. En la calle
General Franco 24 y 26 y teléfono 38 Teodoro Carrero Salado anunciaba
"coloniales, vinos y explosivos". El almacenista de aceites Lucio
Salado Aparicio se publicitaba en General Franco nº 31 y mismo teléfono como
"ultramarinos, coloniales y ventas de pescados frescos al por mayor,
vinos, vinagres y anisados". Desde la misma calle que los dos anteriores,
en el número 48 y teléfono 11, José Lucas Moreno se anunciaba como
"almacenista de aceite autorizado con transporte por camión". Almacén
de vinos y vinagres eran los productos que suministraba Victoriano Salado
Aparicio en Luis Chaves 27 y teléfono 28. Y, por último, Aureliano Ramos
Bermejo desde Concejo 14 ofrecía un "almacén de vinos del país,
aguardientes y anisados selectos". Además informaba de unos precios y
condiciones de venta "sin competencia posible".
El transporte en Arroyo estaba a cargo de los Hermanos
Olgado que afirmaban poseer "autos de alquiler". La Empresa Magro con
"automóviles de línea diarios desde Valencia de Alcántara y Arroyo de la
Luz a Cáceres y viceversa, con enlace en Herrera de Alcántara y Santiago de
Carbajo". Florencio Crespo desde Hornillo nº 3 anunciaba "automóviles
de alquiler" y la Empresa MENA afirmaba tener un "servicio diario
para viajeros desde Aliseda a Cáceres con paradas en Arroyo y Malpartida".
Una panadería era lo que publicitaban Teodomiro
Carrasco Tapia, Eloy Salgado Molano y Francisco Cordero Javato. Y una fábrica
de harinas estaba regentada por Bernal Hermanos S.L.
El resto de servicios que aquel año tuvieron su
escaparate lo completaba la Compañía Española de Seguros "Aurora"
cuyo agente en la población era Juan Marín Marín. El practicante Santos Salomón
Jiménez se anunciaba en Luis Chaves nº 13. Bienvenido García era tratante de
pieles y José Rodríguez Muro afirmaba tener una abacería. Estanco y abacería
también poseía en Plaza de José Antonio 26 Ambrosio Martínez Sandoval y otra en
San Antón 13 regentada por la viuda de José Rodríguez. En calle General Franco
32 se anunciaba una papelería y librería que era dirigida por Casto Lozano
Marín. Una ferretería y coloniales estaba a cargo de Juan Tato Macías y, por
último, Juan Villar Jerez en Plaza de España decía tener un "almacén de
desperdicios, de trapos, gomas y papel".
Las ferias y fiestas de aquel año y celebradas entre
el 12 y el 15 de septiembre y se anunciaron con "bares estupendamente
surtidos con servicio a estilo yankee", con toros durante tres días en los
que intervino Carnicerito de Talavera y "otros ases de la
tauromaquia", además de "cucañas, elevación de globos y fantoches,
gigantes y cabezudos, carrera de sacos y concurso de feos". El cine Solano
aquel año proyectó las películas: Con corazón y Espada, Alí Babá y los cuarenta
ladrones, El prisionero del Castillo de If y La venganza de Montecristo.
Más curioso, por lo inusual, fue una actividad
organizada por el ayuntamiento el día 13 de septiembre y que llevaba por nombre
¿Quién quiere ganarse diez duros? El juego consistió en que aquel día por la
plaza, entre los bares Dionisio, Florián, Moyano, Bañegil e Isaías (¡qué
diferencia con la actualidad!), entre las ocho y las ocho y media de la tarde,
se pasearía una persona en medio del gentío con el dinero guardado en su
bolsillo y que tendría que entregar a la primero que, con una gorra o sombrero
en mano, se acercara a él y le dijera ¡Oiga, por favor! ¿Tiene usted el
billete?
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