Os escribo esta carta desde mi corazón, con ella quiero expresar y expresarme de la mejor manera posible, no deseo ningún juguete, no, nada de juguetes para mí. Para los niños traed todos los juguetes que podáis, porque ellos se lo merecen todo, ellos son el futuro, si es que somos capaces de dejarles un futuro, mejor aun, que el que nuestros padres nos dejaron a nosotros, por eso os ruego: SALUD, TRABAJO, JUSTICIA SOCIAL, LIBERTAD Y PAZ PARA TODO EL MUNDO, y entre todo esto, Amor, pero AMOR CON MAYÚSCULAS. Un amor que cale hondo que bulla en la sangre y nos despierte de este letargo social y político en el que estamos sumergidos. Es hora de que vuestro regalo sea una orden a las mentes humanas, que la conciencia luzca con el máximo esplendor, que seamos capaces de mirar en nuestro interior y ver lo que hay en nuestro corazón, saber quién somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir. Escuchemos a nuestro corazón él tiene mucho que decir. Frases éstas ya manidas porque parece que nadie quiere escucharlas. Sí, es cierto, tenemos conciencia de que hemos de ser buenos y sabemos como serlo, pero no lo practicamos o lo practicamos poco. Somos el colmo del pasotismo, esperamos que otros hagan lo que nosotros debiéramos hacer y así nos va. Dejamos a las personas que nos dirigen, todas la opciones para gobernarnos sin problemas. Hay que hablar, pedir, revindicar, eso sí, sin violencia porque la violencia engendra violencia. Me viene a la memoria, Mohandas Karamchand Gandhi, con sus huelgas de hambre y la resistencia no violenta, nunca usó la violencia, como todos sabéis, me refiero al famoso Mahatma Gandhi, “MAHATMA” igual a “grande alma” cuyo nombre honorífico se lo dio el poeta Rabindranath Tagore. Queridas Majestades, son muchas las cosas que os pediría, pero no podría en una sola carta, esta se haría muy extensa, deseo ante todo: que os acordéis de los pobres, de los necesitados, de los enfermos, de los mayores, ¿qué os voy a decir yo que no sepáis, si vuestras majestades tienen el poder de la magia?, usen pues, esa magia, para que haya más justicia en el mundo, para que le preguntemos a nuestro corazón si lo que hacemos lo estamos haciendo bien o no. Todo eso y un mejor reparto de las riquezas, todo eso y más, podréis hacer, queridas majestades, inculcarlo en las mentes de los poderosos, de los que pueden y al parecer no quieren. ¡Cuán equivocados están si sólo piensan en amasar riquezas! ¡Somos parte de un todo, si la balanza se inclina demasiado cae y se vierte el platillo, se derrama el oro y cae al fango de la ciénaga. Queridos, Melchor, Gaspar y Baltasar, os quiero mucho y os pido perdón si he sido muy egoísta en mis peticiones. Os dejo mis viejas zapatillas, un termo con leche calentita, mi bufanda, unos guantes, mi amor y un beso a cada uno en mi ventana.
Hasta siempre.
E. San Juan
No hay comentarios:
Publicar un comentario