lunes, 3 de septiembre de 2012

PRIMER DÍA DE LA LUZ























EL PRIMER DÍA DE LA LUZ: ENTRE LA LEYENDA Y LA HISTORIA.
Por Francisco Javier García Carrero
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Primavera de 1229, el rey Alfonso IX de León estaba decidido a terminar con la presencia musulmana en Cáceres y alrededores. El rey leonés reunió tropas propias, incluyendo caballeros santiaguistas, y soldados arroyanos. Con todos inició la que iba a ser la batalla definitiva que pusiera fin a la presencia sarracena en nuestro pueblo.
Cristianos y musulmanes se encontraron en las proximidades del “Pozo de las Matanzas”. Allí los cristianos defendían palmo a palmo el solar patrio con denodado esfuerzo y rabioso coraje. El enemigo trataba de poner fuerte dique al impulso de la fe. Se inició un encarnizado combate entre infieles y creyentes, uno y otro bando pusieron en la contienda todo el ardor de sus corazones y el agresivo esfuerzo de sus vigorosos brazos, sin que a pesar de ello, pudiera entreverse quiénes hubieran de ser los triunfadores, ni quiénes los vencidos.
Después de varias horas de lucha, la suerte parecía volver la espalda a los defensores de la verdadera fe. La noche se acercaba y los cristianos parecían abocados a una derrota segura. La morisma parecía resarcirse de su fracaso en Las Navas de Tolosa, todos nuestros paisanos estaban a punto de ser vencidos y reducidos a prisión.
Sin embargo, los arroyanos no cayeron en el desaliento ni en el desmayo, uno de ellos, lleno de verdadero y piadoso arrebato, invocó el nombre de la Santísima Virgen de la Luz como la única salvación posible en tan tremendo apuro. La invocación fue repetida por las cientos de voces arroyanas que se contagiaron con amor divino hacia la reina del cielo.
Entonces los asombrados combatientes que parecían tener ganada la batalla quedaron cegados por la milagrosa aparición e infundió con su única presencia un valor sobrehumano a los casi derrotados arroyanos, que redoblando sus esfuerzos, consiguieron ganar una justa que parecía perdida de no contar con la presencia celestial.
Fue en este instante cuando varios jinetes emprendieron la marcha en dirección al pueblo para anunciar lo sucedido. Con gran estruendo y brío la vanguardia arroyana hizo entrada por la Plaza de San Sebastián y a galope tendido arrancan chispas de lumbre a las piedras de la Corredera. Mujeres, niños y ancianos que no habían podido combatir observan extasiados el cabalgar apresurado de los vencedores. El ímpetu desborda una exaltación frenética. Un atavismo de raza que surge con la inconsciencia. Las mujeres los admiran y los hombres los jalean; que en correr más que ninguno finca la mayor proeza y el pueblo siempre idolatra la gallardía y la fuerza. Por fin, se detienen en la Plaza de la Asunción y anuncian al señor del castillo que el pueblo ha quedado liberado del yugo musulmán.
¡Qué pasajes más interesantes para un primer Día de la Luz!
Pero, queridos visitantes, nada de esto ocurrió así. La escaramuza armada entre ambos contendientes sí se produjo en los alrededores de la actual ermita de la Virgen, pero ningún jinete pudo venir para anunciar ninguna victoria a la villa, y mucho menos que nadie saliese a jalearles, porque, simplemente, nuestro pueblo todavía no existía.
Será a partir de la recuperación cristiana de toda esta zona cuando Arroyo del Puerco se constituya como enclave poblacional en el espacio que hoy ocupa. Lentamente, y como una aldea más de la villa de Cáceres, Arroyo fue repoblándose, y una vez que el rey prometió conservar el territorio ganado a la morisma como zona de realengo. De esta forma, un pequeño número de colonos cristianos comenzó a concentrarse en torno a la fortaleza del castillo.
Poco después, se olvidan estas mercedes y Arroyo del Puerco comenzó un proceso de señorialización que le entroncó con el linaje de los Herrera y, posteriormente, con los Condes de Benavente.
El origen del Día de la Luz fue, por tanto, muy posterior a estos hechos aunque en relación directa con la fe cristina que los arroyanos profesaban a su Virgen de la Luz. Nuestra fiesta está relacionada con la única romería existente que tenía lugar durante la Pascua Florida, y que se viene realizando, al menos, desde mediados del siglo XVI. Los hombres volvían como romeros con sus caballos engalanados, sus mujeres a la grupa y el pueblo salía a la corredera a ver y disfrutar de un desfile tranquilo que poco a poco se convirtió en carreras al galope.
De cualquier forma, querido visitante, recuerda que el día 9 de abril de 2012, a las 12 horas, podréis admirar la belleza de unas carreras que a galope tendido homenajearán a los vencedores de una batalla celebrada hace 783 años y que llegaron para anunciar a su pueblo que gracias a una virgen de centeno y azahar que se llama De la Luz, de finísimas hebras, los arroyanos nos sentimos heridos en la evocación, en la invocación y en el recuerdo.
Una vez más, año tras año, siglo, tras siglo, no despiertes por tu bien, no despiertes de este sueño. Arroyo, duerme, mi arroyo, arroyito, que te quiero, como te sueño, soñando, como despierto, te sueño.
Nota: Este relato está realizado como homenaje a Vicente Criado Valcárcel, Juan Luis Cordero Gómez, Pedro Caba Landa y Juan Ramos Aparicio.

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