LA MAYORDOMÍA DE LA VIRGEN DE LA LUZ
Indudablemente en el escalafón social de la población arroyana uno de los puestos más valorado ha sido siempre el de mayordomo de la Virgen de la Luz. De ellos dependía no sólo el culto a nuestra Patrona sino también la conservación y mejora del edificio mariano. Históricamente, al menos hasta que se creó la Cofradía de la Virgen de la Luz en los albores de los años ochenta del siglo pasado, fue un puesto completamente vedado a las clases menesterosas de nuestra localidad independientemente del fervor que sintieran por su Patrona. Únicamente las personas más "capacitadas" pudieron aspirar a tan alta estima a lo largo de los siglos en que esta función estuvo en vigor. Aunque la relación de mayordomos, desde que Don Ciriaco Fuentes Baquero publicó su libro (La Luz de Arroyo, 1990), es suficientemente conocida por todos, aún con algunas omisiones y algunos deslices cronológicos, lo más llamativo de estos nombramientos era la manera cómo se realizaba este acto, aspecto que, a pesar de lo interesante que resulta su esclarecimiento, Don Ciriaco en su publicación lo quedó en el más absoluto de los olvidos. Para ser mayordomo de la Virgen de la Luz era necesario franquear dos filtros consecutivos. En primer lugar el candidato tenía que ser propuesto por los "señores capitulares"; es decir, las fuerzas vivas de la población (a lo largo de la historia dos o tres eran los nombres que aparecían en esa lista) y, posteriormente, el alcalde de la villa, que era quien ejercía la "regalía" sobre el cargo, realizaba el nombramiento oficial que se anunciaba todos los años en la ermita de la Virgen, coincidiendo con el segundo día de Pascua de Resurrección, o lo que es lo mismo, con el día grande de nuestra localidad. Se trataba del mismo modelo electivo que se utilizaba para la designación del cargo de mayordomo de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, aunque este puesto nunca tuvo el "señorío ni el empaque" que mostró el de la Patrona. Aunque podríamos referir otros ejemplos a lo largo de su centenaria historia, detallaremos el proceso de elección de mayordomo que tuvo lugar en 1885 y más concretamente el día 6 de abril. El proceso se inició casi de madrugada, a las 7 de la mañana en el salón de sesiones del ayuntamiento y bajo la presidencia del alcalde (Pedro Tejado Zancada), que en aquel instante se encontraba en funciones porque su titular estaba enfermo. Junto con el máximo regidor y el sacerdote de la única iglesia parroquial, Antonio Ramos Hernández, se reunieron todos los señores de la villa con el objeto de proceder al "nombramiento de Mayordomo de las ermitas de Nuestra Señora de la Luz y la Soledad, según se viene practicando desde tiempo inmemorial". La misión de este selecto grupo era la de proponer los nombres de los candidatos que podrían ocupar los cargos de las respectivas mayordomías para que posteriormente el alcalde, y en "uso de su regalía", nombrara a quien creyera más capacitado para el mandato que tendría que expirar "igual día del año de 1886". En consecuencia, aquel año los propuestos fueron para mayordomo de Nuestra Señora de la Luz: Guillermo Petit Ulloa y Pedro Bravo Jabato. Los aspirantes al puesto de mayordomo de Nuestra Señora de la Soledad fueron Juan Antonio Marín Oliver y Pedro Rodríguez Orozco. Aceptadas las propuestas y firmada el acta por su secretario, toda la comisión emprendió su marcha hasta la ermita de la Virgen de la Luz con la finalidad de celebrar la fiesta cívico-religiosa que todos los años tenía lugar ese día. Allí, a las 10 horas, en la "sala capitular que tiene el ayuntamiento en la dehesa de la Luz y contigua a la ermita del mismo nombre", la máxima autoridad de la villa decidió que los elegidos serían Guillermo Petit Ulloa y Juan Antonio Marín Oliver. Como era costumbre, el nombre de los seleccionados se dio a conocer durante el ofertorio de la misa que se celebraba a continuación en una ermita abarrotada de fieles y expectantes por conocer a los elegidos. Se da la circunstancia que Guillermo Petit Ulloa repetía en el cargo, ya que había sido nombrado de la misma forma descrita en la primavera del año anterior y sustituyendo en el puesto a Francisco Jabato Rino. Guillermo Petit aún fue nombrado durante tres años más. Concretamente su mandato finalizó en 1889 cuando fue desplazado de la mayordomía por su hermano Germán Petit Ulloa. Este modelo duplo de candidatos se mantuvo de manera ininterrumpida hasta abril de 1907. Aquel año, por primera vez, los posibles elegidos conformaron una terna entre los cuales el alcalde seleccionaba de la misma forma que hemos reflejado en las líneas anteriores (aquel año el elegido fue Andrés Carrasco Pajares, que repetía en su mandato). El sistema de tres candidatos estuvo vigente hasta abril de 1916 en el que el nombramiento pasó a ser directo por la alcaldía obviándose todo el protocolo anterior. El recuperar la costumbre tradicional, "tiempo inmemorial" afirma el oficio, de que fuese el cabildo municipal de la villa, y con la presencia del sacerdote de la iglesia parroquial el que propusiese una triada candidata a los puestos de mayordomos de las ermitas, fue recobrada a instancia de Juan Luis Cordero Gómez en abril de 1946. Aquel año la terna presentada para mayordomo de la Virgen fue la compuesta por Manuel Montero Rodríguez, Pablo Rosado Tomé y David Collado Collado. El alcalde de entonces, Eufrasio Tato Sanguino, eligió a Manuel Montero que estuvo en el puesto hasta el 15 de abril de 1952, año en que fue sustituido por Florencio Bernal Gil, mayordomo que dejó en el camino a otros dos pretendientes: Daniel Collado Parra y Cristóbal González Molano. Este modelo electivo estuvo en vigor hasta que finalizando el año 1981 se decidió crear la Cofradía de la Virgen de la Luz que eligió mediante votación de un gran número de cofrades al que fue su primer presidente, José Terrón Cebrián y como vicepresidente a Jesús Carrero Carrero, Cofradía que tomó posesión el primero de enero de 1982. Luego vendrían José Manuel Bañegil Molano, Florencio Crespo Crespo y Martín Panadero Rubio, el actual y último mayordomo de la Virgen de la Luz, pero esto ya es otra historia.
***
Fco Javier García Carrero (Doctor en historia)